Recuerdo que mi historia de amor por los autos comenzó a derrumbarse
cuando, muchos años después, me di cuenta de lo agresivo
que uno puede llegar a ser al volante. Es perfectamente estúpido,
pero hay ocasiones en que uno está dispuesto a arriesgar su vida
o la de otros por un simple rebase, un lugar para estacionarse o una salpicadera
abollada. Pero todo esto no es culpa del auto! El no nos empuja a ser
violentos, sino más bien todo lo que implica el transporte urbano
de nuestros días: estrés, contaminación, horas perdidas
en embotellamientos, frustraciones diversas, robos, asaltos, descomposturas,
etc. Claro, seguimos siendo los niños de antes cuando vemos un
lujoso auto deportivo, envidiamos al que lo posee y las posibilidades
de seducción, velocidad, etc. que ofrece. Al deleitarnos frente
al auto de nuestros sueños, no pensamos que la mayor parte del
tiempo estará parado, que su velocidad promedio en la ciudad no
rebasará los 25km/h o que perderá 25% de su valor al cabo
de un año. Al ser cuestionado sobre la enorme depreciación
de los autos nuevos, un industrial del ramo respondió: "-Bueno,
pues ese es el precio del sueño que significa un auto nuevo!"
Influenciada por la visión estadounidenses del transporte individual,
la mayoría de la gente estará de acuerdo con esta afirmación.
Es mas, casi todos encontramos normal el hecho que un auto de lujo pueda
costar veinte veces mas que un compacto aunque ambos sean, en la mayoría
de los casos, capaces de llevarnos del punto A al punto B en condiciones
bastante similares. Pero para nosotros los humanos, cual es el verdadero
precio de ese sueño? En Europa se han vendido tantos autos que
hoy en día, la estrategia comercial de los fabricantes está
dirigida no a la venta de un segundo, sino de un tercer auto familiar.
Compacto, muy compacto, económico y poco contaminante, es según
se dice, el auto del futuro. El único problema es que ya no hay
lugar para mas autos en muchas partes de Europa, y el parque aumenta mucho
más rápido que los estacionamientos o las calles y autopistas.
En resumen, de aquí a algunos años, una gran mayoría
de europeos podría disfrutar de las delicias de los embotellamientos.
En lo que se refiere a la industria, esta ya está pensando en la
futura saturación y espera que países como China aumenten
su prosperidad económica