¿Llegaremos
algún día a ser adultos?
Comentario de salida desde Europa por Salvador González Morales
Cuando éramos niños, todos los medios de transporte ejercían
una fascinación particular sobre nosotros. El más fascinante,
en todo caso para mí, era sin duda el avión, luego los barcos
y tal vez los trenes. Claro, esto dependía de las preferencias
de cada cual. Pero todos ellos eran inaccesibles; los podíamos
ver, pero eran raras las ocasiones de admirarlos de cerca. Cuando aprendí
finalmente a utilizar una bicicleta, esta se convirtió en mi transporte
preferido. Con algo de imaginación, ella podía ser mi avión,
mi buque o mi nave espacial. Al cabo de unos años, aprendí
a conducir un auto y lógicamente, la bicicleta pasó al olvido.
El auto me daba una libertad de movimiento extraordinaria y aunque fuese
por interés, poseerlo aseguraba tener amigos y amigas fieles, siempre
al alcance para irse de fiesta. Es una de las grandes etapas que lo llevan
a uno a la vida adulta, o al menos eso es lo que
pensamos. No hacía falta imaginarse mas cosas, el auto era
en sí una realización.