sus "privilegios" y que es fácil golpear ahí donde hay más fragilidad: el alma vacía sin espíritu de crítica que reacción por temores y recompensas (Pavlov).

Es mucha la vulnerabilidad de una sociedad cuando decide confiarle todo a la sofisticación, a la soberbia precisión de aviones y bombas, de hecho ya estaba comprobado eso desde hace mucho tiempo, quizá desde el mismo exterminio de los "indios" norteamericanos, o con más exactitud y más claramente desde Hiroshima y Nagasaki. Estaba muy claro que el camino no era por ahí, después vinieron los impactos sobre la naturaleza y el medio ambiente a constatarlo: los derramamientos de petróleo, el calentamiento planetario, el agujero en la capa de ozono, por mencionar algo. La historia se va escribiendo inclusive en la biosfera (Morin, Tierra-Patria), ahora dejamos huellas importantes hasta ser capaces de convertir todo en triste páramo de destrucción, aunque sin saber con que alcance, por lo pronto vamos cambiando la fisonomía del planeta y con ello, podemos no sólo exterminarnos nosotros, sino muchas otras especies dejarán de existir por nuestros caprichos. Quizá sólo sobrevivan unos cuantos humanos o unas cuantas especies: plantas e insectos. Eso será un ciclo más, una etapa tanto en la vida como en la historia planetaria, sólo basta recordar a los dinosaurios.

En realidad no hay nada festivo por más que un simple viaje en bicicleta por México así lo pueda representar. Y el reto más difícil será descubrir o reflejar una esperanza, un futuro promisorio, quizá ese sea nuestro sueño, y no caer en el inevitable recuento de daños y la visión apocalíptica. Pero, creemos que vale la pena, rescatar los sueños, creer que algún día podremos integrar una comunidad humana plena y libre, una cultura conformada con muchas culturas, con la dignidad de ser parte de la raza humana, capaz de crear y magnificar la vida a través de distintas expresiones, todas válidas, todas sin pertenencia definida ni requerida, una verdad dicha antes con mayor